17 de noviembre de 2010

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Te despierta el sonido de unos números.
Te pones la misma ropa que ves cada día de una semana pasada. Te das cuenta de que los nutrientes son un privilegio dentro del tiempo,y sales por la puerta.
Rellenas durante 345 minutos rectángulos con cuadrados dentro.El cubo en el que estás sentado dentro te derrota.
Sigues el mismo camino.Te metes en otro cubo.Sigues rellenando cuadrados.Cuadrados y más cuadrados.
Coges tu chica de caoba,y compruebas que está afinada.Ironía que siga afinada fuera de la funda que la afina.La dejas a los pocos minutos,no hay canciones que saber tocar.Al salir de la habitación ves a tu padre probando esos soldaditos blancos que echan humo.
El punzante frío te llama desde el cristal,y sales a buscarlo.
Sigues viendo los mismos soldaditos en la boca de la gente.Miras al cielo y sólo ves la estela que dejan los soldaditos al consumirse.La cartera no te pesa pero es incomoda,te acompaña incordiándote.Y está vacía.Como la mitad de rectángulos que contienen cuadritos que en ella están guardados.
Sigues repasando los caminos,volviendo a pisar tus huellas una y otra vez.
Y vuelves al mismo cubo.
Ves que tu red social cuanto más se llena,más vacía está.Y piensas que las personas son como tus cuerdas,algo que no sabes tocar.Ves como se desafinan entre ellas.Como mientras creen estar escondidas tras su funda se tuercen las clavijas.Y ves como creen que no las oyes.
 Y tú,inutil,sólo te acabas dando cuenta que no eres como rectángulo que contiene cuadrados.Eres uno de esos cuadrados que forman la libreta.
Eres como el soldadito que se consume en poco menos de 10 minutos.